"El último tren al cielo"
(By: Princesa Loca)

domingo, 16 de mayo de 2010

I. (Cont.) Recuerdos.



Llamé a Marilyn para quedar en un parque cercano a su casa. Marilyn era una chica callada, como yo. Y tampoco le gustaba estar rodeada de mucha gente, era más bien solitaria. Nos llevábamos muy bien desde pequeñas, ambas habíamos sufrido lo mismo al estar juntas en el orfanato de Arizona. Durante aquellos años, ella había sido mi mejor amiga, la chica con la que siempre jugar al escondite dejando a un lado las burlas que los demás niños nos hacían por estar sólo siempre nosotras dos, sin juntarnos con nadie más. Ahora sólo nos veíamos los veranos en los que mis padres y yo veníamos a Arizona, pero siempre la recibía con una sonrisa, un bonito recuerdo a su lado. Pese a todo, a veces nos costaba sacar un tema de conversación, ya que jamás se me había ocurrido preguntarle cosas que ella no me pudiese contar sin necesidad de una pregunta, y a ella, le pasaba lo mismo.


-¡Alice!-gritó al verme.

-¡Hola Marilyn!-le saludé sonriendo.-¿Has cambiado un poco, no?-le pregunté sorprendida al ver que había dejado de ser la pelirroja pecosa de todos los veranos.

-Sí...mi madre decía que me quedaría bien teñirme de morena, y está bien, ¿no crees?

-Estás muy guapa.-afirmé.-Cuéntame, ¿qué tal todo?,¿cómo fue este curso?,¿has aprobado todo?

-He dejado matemáticas...¡No las soporto! Es ver números y ponerme a temblar. Bueno, qué te voy a contar a tí...

-Sí, dímelo a mí...He aprobado por los pelos. -nos reímos. Caminamos un rato en silencio. Tampoco había mucho de qué hablar, y casi ya no recordaba cómo había acabado nuestra historia el verano pasado.

-¿Y los demás? ¿Ya han venido a veranear?-pregunté rompiendo el incómodo silencio. Además de Marilyn, todos los veranos nos juntábamos con otros chicos de nuestra edad. La mayoría, como yo, y a diferencia de Marilyn, sólo venían a Arizona en verano. Luego, no volvía a ver a ninguno más hasta el siguiente año.

-Jonathan vendrá pronto. Matías ya ha venido la semana pasada, ¡flipas cuanto ha cambiado! Está más mayor, y más cachas...Y de los demás, no sé nada...Hay un chico nuevo, que ha alquilado una casa y creo que también es de Forks. Creo que está dos o tres casas más allá de la tuya. ¿No le has visto?

-¿Has dicho de Forks? ¿Como yo? No le he visto...Bueno, la verdad, esta tarde tampoco ha dado para mucho...Pero, ¡tal vez lo conozca! ¿Sabes cómo se llama...?

-Matías lo sabe, ayer estuvieron hablando. ¡Parece simpático!



Pasamos la tarde juntas sin dejar de darle vueltas a mi cabeza: ¿Quién sería ese chico? Otros de mis inmensos defectos, era no tener un número muy elevado de amistades en Forks. Siempre había sido una niña tímida, solitaria. Nunca me gustó mucho relacionarme con la gente, o al menos, sí que me habría gustado si tuviese el valor para ser yo la que rompiese el hielo con los demás. Pero al igual que yo no lo hacía, ellos tampoco. Cosa que es comprensible, ya que desde que había llegado del orfanato, yo era la "poca cosa" del colegio. La chica de la que reírse constantemente. Simplemente porque algún día fui la nueva, la rara, y esa desgracia me persiguió durante todos mis días escolares. Sólo una niña aprendió a comprenderme y a ayudarme siempre que lo necesitaba. Se convirtió en mi alma gemela, al igual que un día también lo fue Marilyn. Resulta realmente extraño, pero, siempre había hallado un cierto parecido entre ellas, como si tuviesen algún tipo de familiaridad, aunque entre ellas no se conociesen.



De camino a casa me acribillaron los recuerdos en el orfanato. Los peores de mi infancia, aun teniendo a mi pelirroja de toda la vida para animarme todos los días, siempre extrañé el cariño de unos padres, el beso de buenas noches. Aunque fuese muy pequeña, y tal vez no llegara a comprenderlo en su totalidad, entendía que una parte de mí no estaba, que algún día se la había llevado el tiempo. Todos, incluso Marilyn, sabían lo poco que me gustaba hablar de ese tema, ni siquiera oírlo mencionar. El orfanato se encontraba a pocos metros de mi casa, de camino al supermercado, pero no había vuelto desde el día en que me liberaron de aquella cárcel, el día que me fui a vivir a Forx. Siempre que iba a hacer algún recado a mi padre, con vago entusiasmo daba la vuelta completa y me dirigía por el camino más largo antes de pasar por allí. El tan solo respirar el aire de su burbuja me producía náuseas, y nunca supe del todo por qué.



Mi padre estaba en el jardín. Me saludó con gran entusiasmo, y a la vez una sonrisa triste, que desdibujaba su cara últimamente.


-¿Quieres cenar ya?

-Aún no, tengo que acabar de ordenar mi habitación.

-Está bien. Cuando quieras cenar avísame para calentar la cena.

Procedía a dirigirme a mi habitación cuando la conciencia frenó en seco mis pies.

-Papá...

-¿Sí?

-Siento lo de antes...Me duele mucho que no hayáis sabido confiarme las cosas a su debido tiempo, pero entiendo que no queráis causarme dolor y...

-Está bien...no pasa nada. Lo importante es que lo entiendas, pero nada va a cambiar en cierto modo, ¿de acuerdo? A veces siento que no soy el padre que te mereces, que nada es como te mereces...

-Eres el mejor padre del mundo.


Afirmé y le sonreí. Él me devolvió la sonrisa y me indicó que siguiese. Creo que nunca le había visto tan feliz.

1 comentario:

  1. Escribes muy bien ^^. La historia me va gustando. Ay, ¿quién será el chico de Forks?

    Por cierto, ¿cómo es que ha estado en un orfanato si tiene padres? A lo mejor es algo que se explica luego...

    Bueno, muchos besos

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